lunes, 30 de enero de 2012

La moralidad en la infancia

La moralidad y el desarrollo moral en los niños ha sido un tema muy discutido por diferentes filósofos, psicólogos y sociólogos. Centrándonos en el punto de vista psicológico, podemos distinguir entre dos concepciones:

La primera considera el desarrollo moral como la elaboración de unos juicios universales sobre lo que es bueno y lo que es malo, que ha sido defendida, como ya sabemos, por Piaget y Kholberg y cuya idea principal se basa en que los niños adquieren unos juicios, valores y opiniones que son universales, es decir, que el niño sabrá que una conducta es buena porque es objetiva y universalmente buena.

La otra concepción considera el desarrollo moral como un proceso de interiorización de normas y prohibiciones socialmente sancionadas, esto es, que el niño va aprendiendo que las cosas están bien o mal, según sean castigadas o recompensadas. En esta corriente nos encontramos con un teórico del aprendizaje social, Bandura, al cual ya lo hemos estudiado.

Ahora bien, si un niño pega por primera vez a su padre y este se pone muy triste, el niño, en mi opinión, aprenderá sin necesidad de castigo y de aprender la norma universal de no agredir que no debe pegar a su padre, pues la consecuencia de ver triste a este le influye mas que cualquier otro castigo, y como vemos este es un claro ejemplo de la relación entre desarrollo moral y afectivo.


Gema Martínez López.

sábado, 21 de enero de 2012

La sinceridad, un valor moral básico

Si preguntamos ¿qué es la sinceridad? la mayoría de la gente responderá, sin equivocarse, que la sinceridad es decir siempre la verdad a los demás, no engañar a nadie, y estarán de acuerdo en que es un acto que se les pide a los niños y niñas porque está bien y es lo correcto. Pero también es muy aceptada la idea que las "mentirijillas piadosas" no es necesariamente mentir. Hasta ahí todo el mundo coincide, y unos más que otros lo ponen en práctica y tratan de servir como ejemplo a ojos de los más pequeños.
¿Pero qué hay con esa sinceridad que cada persona se debe a sí misma y que en demasiadas ocasiones dejamos aparcada detrás de nuestros intereses cualesquiera que sean? ¿Cuantos mayores inculcan a los niños y niñas el valor de ser sincer@s consigo mism@s, la autorreflexión sobre sus actos o sus palabras?. Hoy en día los mayores nos hemos olvidado de esa sinceridad que nos debemos a nosotros mismos, no pensamos en la repercusión que nuestras acciones o palabras puedan tener, porque casi siempre están supeditadas a nuestros deseos e intereses. Solemos felicitarnos por nuestros avances, por nuestros logros y en ocasiones, nos regodeamos en demasía en ellos por mínimos que sean, pero nunca solemos preguntarnos ¿realmente estoy contento con lo que he hecho?, ¿podría haber hecho más?, ¿realmente me podría haber esforzado más?, ¿mis acciones han sido lo más beneficiosas y enriquecedoras posible tanto para mí como para los que me rodean?, ¿he hecho bien de verdad o simplemente he satisfecho mis necesidades y mi ego quedando bien a ojos de terceros?...
Creo que si empezáramos a ser sinceros con nosotros mismos, podríamos superarnos en todos los aspectos de la vida cada día, sobre todo en lo que tiene que ver con la formación de un correcto autoconcepto, y nos sería más fácil erigirnos en el ejemplo a seguir que tanto necesitan, y que tanto decimos que queremos ser, para los niños y niñas en cuestión de desarrollo moral y socialización.

¿EXISTE ALGO MEJOR QUE UNA SONRISA?


No se si existirá algo mejor que una sonrisa, pero lo que tengo muy claro es que mejor que la sonrisa de un niño no hay nada, y que por supuesto es capaz de cambiar el mundo.

Pues a esto se dedican los Pupaclow, o también conocidos como Payasos de Hospital; su labor consiste en cubrir las necesidades de los niños y jóvenes llegando mas allá de todo lo que consigue el personal sanitario.

Estudios científicos han demostrado que la risa y el buen estado de ánimo produce efectos beneficiosos y rápidamente apreciables, ¿Y quien mejor que todos los niños que están ingresados necesitan que esos dos componentes formen parte de su día a día? ¿Y quien mejor que los payasos pueden conseguirlo? El payaso es el personaje más cercano a los niños por su propia forma de ser. El payaso es infantil, imprevisible, se permite realizar cualquier cosa aunque suponga invertir el orden lógico de las cosas. El payaso tiene un lenguaje directo que el niño entiende sin problema.El payaso puede hablar con la mayor naturalidad del mundo de temas tan profundos como la muerte, tan presente en los hospitales, y servir así de ayuda para conjurar miedos que el niño siente ante lo desconocido.

miércoles, 18 de enero de 2012

JOSÉ SELGAS


Haciendo una consulta sobre un personaje murciano, en mi pequeña biblioteca he encontrado un documento que me habla de José Selgas, a simple vista no dice nada pero descubrí que fué un escritor en cuya obra ( poesía, novela, teatro, ensayos,artículos...) se plasman cietos versos dedicados a "los niños"dentro de su obra "Hojas sueltas" compuesta de ensayos y artículos.
Este escritor del que yo personalmente no había oído hablar,nació en Lorca en el 27 de noviembre de 1822,vivió en Madrid y entre sus muchas labores de periodista, diputado y subsecretario de la presidencia del gobierno, consiguió ser miembro de La Real Academia Española y además posee una lápida en su memoria en la calle Alfaro. A continuación os muestro una mínima parte de su obra referida a la infancia.
Es un ángel de hermosura
de esos que una madre sueña,
¡tiene la faz tan risueña!...
¡ y la mirada tan pura!...
¡con qué indefinible anhelo
miro su tez sonrosada!
es un alma desterrada,
sí, desterrada del cielo.
Más bajo...no habléis tan fuerte;
No turbeis su sueño blando;
¡sueña! ¿qué estará soñando?...
callad, que no se despierte.

Relación familia-escuela.


La familia juega un papel muy importante en el desarrollo social. Es dentro de ella donde se establecen los primeros vínculos emocionales, los primeros aprendizajes sociales básicos, como el lenguaje, los valores, las conductas… La familia va a ser, el primer agente de socialización como ya sabemos, pues son los padres los que deciden en qué momento van a incorporar a sus hijos a la escuela infantil y los que hacen posible los primeros contactos sociales del niño con personas ajenas a su familia.

Los padres son fundamentales en el proceso educativo de sus hijos y la colaboración con ellos debe garantizarse desde todas las funciones que se dan en la escuela infantil. Nosotros/as como educadores/as debemos establecer unos cauces de información y participación que proporcionen un intercambio de informaciones sobre las actitudes y progresos de los niños/as, así como la transmisión de acontecimientos cotidianos. Una buena interacción entre la escuela y la familia, acerca al niño/a a las personas que se ocupan de su cuidado y otorga al ámbito escolar un carácter de familiaridad y seguridad. Cada relación familia-educador será única, por tanto, deberá de ser individualizada y basada en la confianza y en el conocimiento mutuo.

jueves, 12 de enero de 2012

El cuento como transmisor de valores

A lo largo de la Historia, los cuentos y leyendas han formado parte viva de los pueblos, a través de ellos se han transmitido de generación en generación no sólo los hechos de mayor relevancia, sino los conocimientos, las tradiciones y valores características de cada cultura.
Aún recuerdo las historias sobre los fuertes y valerosos Guanches que mi tío Manolito nos contaba a todos sus sobrinos en la playa de La Punta del Hidalgo durante las frecuentes "chuletadas" familiares. Cuando ya caía el sol y aparecían las sombras de la noche, nos reunía a todos a la luz de un farolillo (en parte porque era una playa de piedra y era peligroso que estuviéramos jugando libremente por ahí a oscuras, y en parte porque le encantaba) y comenzaba con esas narraciones que aún hoy en día conservo en mi mente y que en ocasiones comparto con la gente a la que aprecio y que pienso compartir con mis sobrinos (cuando sean mayores) y mis hijos (cuando los tenga). La leyenda de "los dos hermanos", de "Gara y Jonay" o el "árbol Garoé" que han pasado de generación en generación hacen que el recuerdo de mis ancestros y sus gestas sobrevivan al tiempo.
Pero no sólo recuerdo las historias de mi tío Manolito, también recuerdo algunas historietas que mi madre me contaba a la hora de comer, la mayoría eran inventadas sobre la marcha, en un intento para que yo dejara de rechazar la comida que me habían puesto y me la comiera toda, casi siempre trataban sobre niños y niñas que pasaban faltas de alimentos o que se alimentaban muy bien y acababan convirtiéndose en grandes y fuertes hombres y mujeres.
También recuerdo aquellos cuentos populares que siempre transmitían alguna enseñanza o "moraleja", "los tres cerditos" o "la cigarra y la hormiga", en las que aprendí que mejor trabajar duro y luego descansar, que trabajar lo mínimo y que no sirva a mis propósitos, por ejemplo. El cuento de "la sopa de hacha", en el que aprendí que es mejor compartir con los demás, no vaya a ser que aparezca un pícaro rencoroso y por avaricioso me robe sutilmente y sin que me de cuenta. "Caperucita Roja", que me enseñó aquello de no hables con extraños, o por lo menos no les des demasiadas explicaciones porque nunca sabes con quien hablas, etc. Y como éstos tantos y tantos cuentos, que en muchos casos, no sabría contar toda la historia, o bien no recuerdo.
Hoy en día hemos olvidado y quitado importancia al valor de los cuentos como transmisor de valores y normas sociales, en muchas ocasiones los relegamos al plano de entretenimiento de los niños y niñas o del desarrollo de la creatividad, y en muchas ocasiones nos resulta mucho más cómodo y sencillo sustituirlos por películas en el que se da todo hecho, la imagen de los personajes, los paisajes que describen, una moraleja que los niños y niñas no terminan de descubrir porque se pierden en las acciones y las imágenes de los personajes, etc. El hecho de compartir un rato estableciendo un vínculo afectivo entre el niño y el adulto, ir descubriendo sencillos códigos de conducta y respeto referidos a escuchar cuando otro habla, guardando el turno de palabra, a colaborar con el narrador a construir la historia, a desarrollar y ampliar el lenguaje, la creación de una atmósfera adecuada para contar y escuchar el cuento, son aspectos que en ningún caso una película puede ofrecernos y que estoy más que seguro que los niños y niñas recordarán con mucha más intensidad, cariño y gratitud que cualquier película que podamos ofrecerles.